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  23.04.2024
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Historia de la villa


Breve historia de la villa

La historia de Lloret esta ligada, indiscutiblemente, al concepto de hospitalidad y al carácter abierto de su gente. Ya desde la antigüedad, en los siglos IV y III ac, los íberos que habitaban los poblados de Puig de Castellet y Montbarbat establecieron contactos comerciales que les permitieron conseguir herramientas y cerámicas procedentes de Grecia y Roma. Mas adelante fueron los propios romanos los que se establecieron en nuestra tierra y a través de una factoría situada en la playa de Fenals empezaron un comercio de cabotaje con poblaciones cercanas como Empúries, Barcelona. De este periodo quedan numerosos testimonios: los poblados íberos de Puig de Castellet y Montbarbat, el Turó Rodó, Coll deLlop y la Torre sepulcral romana. El año 966 DC apareció por primera vez en un escrito el nombre de Lloret de Mar, LOREDO. Diferentes estudios atribuyen el origen de este topónimo al latín LAURETUM, lugar poblado de laureles. Poco después, el año 1001 los condes de Barcelona, Ramón Borrell i Ermessenda, hicieron la delimitación del término municipal de Lloret , que hasta ese momento formaba parte del termino de MAÇANEDO, y lo cedieron al vizconde de Girona Sunifredo.

Durante este periodo se construyeron dos edificios muy singulares: el Castillo de Sant Joan (situado en el alto de una colina que separa las playas de Lloret y Fenals) que servia de vigía y refugio; y la primitiva iglesia de Sant Romà (hoy Nuestra Señora de las Alegries) que a pesar de bastantes reformas aún hoy conserva numerosas características del estilo románico. En ese momento el pueblo era un conjunto de casas de payés dispersas, situadas en su mayoría en la zona del interior, por ese motivo no es de extrañar que la primera parroquia que tuvo la población estuviera tan alejada del actual núcleo urbano de Lloret.



Poco a poco, algunas familias fueron estableciéndose a la orilla de la playa ya que sin duda, el Castillo de Sant Joan protegía y en caso de posibles ataques de piratas, turcos o ingleses, se convertía en un refugio accesible. Los lloretenses que vivían cerca de la playa solían dedicarse a comercializar productos como (leña, madera y carbón) y practicaban la pesca y navegación de cabotaje que poco a poco fue adquiriendo relevancia. En esta época se establecieron algunos vínculos con diferentes pueblos de la costa italiana que calaron en nuestra cultura, las tradiciones locales e incluso en nuestra antroponimia. A principios del siglo XVI dentro del recinto del núcleo urbano -ya consolidado cercano a la playa- se edifico una nueva iglesia parroquial que se acabó el año 1522 y costó 3.000 libras. La iglesia fue construida según el estilo gótico catalán del momento; la iglesia también servia en caso de incursiones piratas para refugiuo de la población; por ese motivo el campanar fue "emmerlat i proveit d´espitlleres" y la puerta de entrada elevada protegida por un profundo socavón.

A mediados del siglo XVIII existían ya numerosos navegantes lloretenses que iban a América de una forma más o menos declarada; el año 1778 el rey Carlos III promulgo el decreto de libre comercio con las colonias americanas. Este hecho no solo impulso la actividad naviliera de la población ( entre 1812 y 1869 se construyeron unos 130 barcos), sino que sirvió para consolidar la marina mercante en nuestra población. Con la marina mercante se organizó todo un comercio de importación y exportación de productos que enriqueció la villa. Los barcos se dirigían hacia Santiago de Cuba, la Habana, Montevideo, Buenos Aires.cargados de vino, aceite, textiles, sal, harinas i otras mercaderías, mientras que volvían a Lloret cargados de algodón, maderas nobles, pieles, azúcar, tabaco, café, ron, "tasajo".

Muchos lloretenses participaban en el negocio de los viajes aportando dinero para la construcción del barco o para la adquisición de la mercadería. Un capitán de embarcación no era pues un mero transportista sino que especulaba con la carga que llevaba para intentar rentabilizar al máximo el viaje. Por otra parte el comercio transoceánico del siglo XIX hizo contemplar a la gente la posibilidad de buscar nuevas expectativas en tierras americanas. Fueron muchos los que emigraron y se instalaron en el nuevo continente con la intención de hacer fortuna a base de trabajo constante. Si en tierras lejanas hacían fortuna, más tarde o más temprano, volvían a su tierra; son los conocidos por "americanos "o "indianos" que se iban en busca de fortuna y si tenían suerte y volvían ricos se casaban con una joven pubilla, y construían una mansión señorial de estilo neoclásico, ecléctico o modernista sobre los cimientos de su antigua casa familiar. También solían encargar la construcción de un mausoleo familiar en el cementerio y se dedicaban a hacer obras de beneficencia.

Fue así como al cabo de pocos años hubo en Lloret una gran cantidad de viudas -jóvenes y ricas-, elegantes calles y plazas y un suntuoso cementerio de estilo modernista con destacadas obras de: Puig i Cadafalch, A. Gallissà , Conill i Montobbio.así como edificios públicos de relevancia artística como el ayuntamiento, las reformas modernistas de la iglesia parroquial y las escuelas parroquiales.

Entre 1880 y 1920 el trazado urbano de Lloret experimentó un cambio radical; a partir de la segunda década del siglo XX entro en declive la figura del "americano" y empezó una época de sequía económica para la población que duró unos tienta años aproximadamente.

A pesar de que a principios de los años treinta se inició el turismo con buenas expectativas, se vio truncado por la guerra civil, no fue hasta la época de los años 50 que se consolidó en nuestra población un nuevo sistema de vida basado en la economía turística. Fue entonces cuando la población inició una nueva transformación urbana: las antiguas casas señoriales se convertían en hoteles e instalaciones de servicios, las viñas, bosques y campos se urbanizaron creándose nuevas urbanizaciones y barrios.

Dicha actividad turística ha propiciado que nuestra población disponga de una gran variedad de establecimientos hoteleros y comerciales, así como de excelentes instalaciones deportivas -pistas de atletismo, campos de fútbol, pabellones polideportivos- y una gran cantidad de zonas de recreo.

Lloret de Mar es hoy pues una ciudad que combina historia y modernidad, la tradición local con la visión cosmopolita del mundo, el orgullo de sentirse lloretense con la cordialidad que se siente hacia la gente que nos visita...es por eso que a las puertas del siglo XXI nuestro empeño es que Lloret continúe siendo una ciudad abierta y hospitalaria con todos aquellos que nos visitan por diversos motivos.

Sean entonces bienvenidos a Lloret, una ciudad históricamente acogedora, preparada para afrontar nuevos retos del siglo XXI.



*Información extraída de lloretdemar.org

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